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Los gauchos de la Patria

Cuántas páginas de la historia escribieron estos valerosos seres, que tenían en su piel la medida justa del coraje! Era el resultado de muchas sangres y razas que fueron mostrando esta hidalga figura, que caminó y camina por la áspera geografía de nuestra patria. Baqueano y rastreador, como el que más, conocedor del cielo y de los pájaros. Sentía la vida en cada fragancia y oía el murmullo vegetal. Sabía de la movilidad de los animales en el monte, en la selva y leía con exactitud plena el horizonte de los ríos. Gran jinete y amigo de su caballo, parecían fundidos en la misma brasa. Orgullo salvaje, inquebrantable, mostraba su valor sin límites. El tiempo los vio pasar con su sombrero retobado, poncho al viento, cabalgando con el tradicional apero y los infaltables guardamontes, que lo protegían de las espinas y le proporcionaban un aspecto fantasmal. El rebenque sobre esos cueros producía un ruido atronador que causaba pánico y desconcierto. Fue un arma colosal para espantar a los realistas que los veían como “centauros” invencibles. Sirvieron a Gemes con sus pilchas, con su sencillez, sus caballos, su apero, con sus conocimientos de la tierra; el guardamonte, facón, lazo, boleadoras, elementos que manejaban con maestría y una lanza hecha con caña tacuara con una chuza o cuchillo en la punta. Aguerridos estos hombres con brazos de quebracho que caminaban la distancia como los vientos.

Salta supo mantener sus tradiciones en el tiempo. Un legado de amor y respeto, vienen con el hijo y los nietos, en la constitución física, en la anatomía varonil y corajuda. Pasaron muchos años y su figura se mantiene inalterable hurgándole el asombro a las ciudades que no entienden su capacidad sobre la vida. Es como una cadena de sangre criolla la que anda por los valles, mostrando su valor y su hidalguía.

Más de doscientos años su presencia amando su terruño y paisaje. Todo cambia sobre la faz de la tierra, la tecnología y las costumbres, pero estos legendarios héroes naturales andan con su memoria a cuestas honrando a los abuelos, a los padres, a esa historia que cuelga victorias en cada pueblo. El ejemplo del general gaucho Martín Miguel de Gemes, socio en las batallas y en las luchas con el general Manuel Belgrano, con el general San Martín, que creía en su capacidad, ha provocado en sus gauchos un amor entrañable, una admiración que el tiempo no puede borrar, al contrario, crece cada año como una procesión de fe por todo lo dado. Maravilla ver por las calles de Salta muchos miles de gauchos venidos de todos los rincones, con su agrupación tradicionalista para decir presente en el homenaje a su líder, que sigue sosteniendo el estilo de la gente criolla, como una filosofía de vida. Como será de fuerte toda esa memoria recogida que la figura del general Güemes asciende hasta constituirse en un emblema que adquiere características de religiosidad, por el fervor que le ponen esos bravos gauchos, que llegan a la ciudad de Salta, cabalgando largas distancias, abrazados, de soles, lunas, lluvias, vientos, fríos. Vienen con sus caballos y sus familias, para honrar públicamente la memoria de una figura gigante de la historia de la patria, el General Martín Miguel de Güemes. Con sus gestos y sus caballos, en silencio, casi sin palabras, estos bravos jinetes, los gauchos de la patria, nos enseñan el camino de la argentinidad y de la dignidad. Gracias por tanto, valerosos paisanos. Nuestro deber, respetarlos y valorarlos, por ser tan digno ejemplo de patria, modelo para los argentinos.


Eduardo Ceballos.