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Cafayate canto

Abandono el trabajo ciudadano
y empiezo a recorrer los antiguos caminos del Valle de Lerma,
para buscar el oxígeno, el sol,
el paraíso donde vive la arena,
el canto y el vino, sabedor de abuelos y de coplas.
Dejo las pequeñas frustradas lágrimas ciudadanas
en una casa cualquiera de la ciudad de Salta,
y emprendo como un pájaro alucinado un vuelo
hacia el corazón sonoro de esta América que canta.
Surco pueblo, ríos, acequias, árboles
que me saludan con sus verdes y frescos brazos,
siento que una música de ancestros le crece desde su tallo,
El viento me lleva y voy envuelto en la emoción de siempre.
Surco pueblos y soy testigo de este abrazo
de valles y de ríos que bajan con sus aguas,
y la tonada exacta del coplerío,
los colores y las formas se parecen a la música.
Veo las casas de los loros que ponen verde el horizonte,
un obelisco salteño, vallisto,
un sapo mitológico sabedor de la vida,
Castillos donde viven la arena y los vientos,
Ventanas por donde mira el emocionado hombre,
el paisaje donde ruge un bravío calchaquí,
con melena de oro, que pasa alegre y orgulloso,
alimentando la algarroba y el maíz.
Su tesoro una chicha maíz,
aloja fermentada de la fiesta
cruzan los valles de la gente.
Que retumbe en los valles
El eco de los tiempos.

Eduardo Ceballos.